Rojo, un cuarto de siglo poniéndole color a la música

Fue allá por mediados del año 2000 que a través del correo llegó a mi oficina el CD de una banda mexicana que, por entonces, gozaba de gran anonimato. Se trataba de Rojo y su disco homónimo. El conocido allí era Emmanuel Espinosa, quien fuera bajista de la banda de Marcos Witt, que en los años ‘90 venía avasallando con sus conciertos en toda América Latina y, fundamentalmente, en la Argentina. 

El disco me cautivó, lo tengo entre mis preferencias musicales y quiso Dios que tuviera el privilegio de coordinar las dos primeras giras de la banda en mi país. Allí tuve el privilegio de conocer a Emmanuel y entablar una relación que se sostuvo a pesar del tiempo y la distancia y que hoy, a 25 años de aquella proeza, nos permitió encarar esta nota con la frescura con la que pasábamos aquellas horas dialogando mientras transitábamos las rutas argentinas en los recordados tour “24.7” y “Día de Independencia”. Esta nota, por supuesto, tiene tintes periodísticos, pero sobre todo, quiere resaltar la trayectoria de una banda muy querida para mí. Por eso me permití algunas licencias, como la de ilustrar esta entrevista con fotos que nos fueron marcando en el tiempo.

¿Qué te impresiona más, Emmanuel? ¿25 años o un cuarto de siglo? ¿Soñaste alguna vez con una trayectoria musical que alcanzara esas cifras?
Me impresionó más el cuarto de siglo, creo que porque se oye más escandaloso. No sé si será por la edad que tengo, pero se me hace más de viejos (risas). Yo pensé que si podíamos lograr estar en lugares con nuestra música y llevar esta pasión a otros lados durante 6 o 7 años, sería increíble. Diez años era como ponerle mucha fe, pero llegar a 25 años, nunca lo pensamos, porque hay mucha gente que hemos admirado durante aquellos años que han llegado a esa cantidad de tiempo de ministerio y nosotros decíamos “¡Wow!” Lo que me impresiona es la gracia de Dios, y eso lo cuento en varios conciertos que hacemos, porque no hay otra manera de ponerlo. No teníamos idea de lo que estábamos haciendo, no teníamos un plan B, una idea de mercadeo. Sabíamos que Dios nos llamaba a comunicar lo que estábamos haciendo, pero no sabíamos cómo llegar a la gente. Por eso cuando veo hacia atrás lo único que percibo es la gracia a Dios a cada paso, por la claridad que nos trajo en algunas cosas, por errores que cometimos… todo lo que nos ha sostenido es la gracia de Dios, absolutamente. Eso es lo más claro para mí.

¿Qué recuerdo te viene primero a la mente cuando pensás en el álbum "Rojo" y esas frases tan rebuscadas como "mi cerebro teje enredaderas"?
Lo primero que me viene es la claridad que había de visión. En esos tiempos -al menos esa es mi percepción- los que hacían música de jóvenes eran como más rebuscados y no tan claros en sus mensajes a la hora de hablar de Jesús. Como que era un poco más escondido el mensaje. Y nosotros dijimos que si íbamos a hacer esto es porque hay una necesidad de Jesús, así que, le dimos hacia adelante. Por eso hicimos canciones como “No me avergüenzo”, “No hay condenación”, y siempre poniendo la Palabra de Dios en cada canción. Por eso el puente de la canción “Desde que te conocí” dice “...me encanta cómo eres, me encanta lo que dices…”, siempre en referencia al Señor y su Palabra. Y me vienen muchas cosas porque sacamos ese disco por la necesidad de tener un álbum con ese estilo de música y un mensaje genuino. No estábamos tratando de inventar algo nuevo, pero sí sentimos que hacía falta algo así. Lo hicimos con mucho sacrificio, muchos meses de trabajo.
También recuerdo que desde que sacamos aquél disco, jamás recibimos invitaciones de las ciudades a las que pertenecíamos. Dos de nosotros vivíamos en Tucson (Arizona) y los otros en Hermosillo (México), y sin embargo, no hemos tenido ni una invitación de allí en aquél tiempo, por lo que nuevamente debo reconocer la gracia de Dios que nos sostuvo y nos llevó por otros lugares con nuestra música.

"No teníamos idea de lo que estábamos haciendo, no teníamos un plan B, una idea de mercadeo. Sabíamos que Dios nos llamaba a comunicar lo que estábamos haciendo, pero no sabíamos cómo llegar a la gente. Por eso cuando veo hacia atrás lo único que percibo es la gracia a Dios a cada paso."

Viéndolo hoy, en retrospectiva, ¿cuál fue la razón por la que Rojo captó la atención del público joven de principios del Siglo XXI y se convirtió tan rápidamente en favorita en varios países de Latinoamérica? Más aún teniendo en cuenta que no existía la inmediatez de las redes sociales.
Creo que tuvo que ver con la claridad del mensaje. No estábamos tratando de ser indirectos, sino todo lo contrario. También musicalmente. Yo crecí escuchando mucho rock cristiano en casa. Se escuchaba mucha música y muy variada en casa. Y a mí me gustaba el rock. Recuerdo que mi papá siempre decía: “lo más importante es el mensaje y la vida de quien lleva ese mensaje”. Eso me marcó a mí, no solo por las palabras de mi papá, sino por cómo vivían ellos en casa. Cuando toqué con Marcos Witt calmé mis ansias de rock, y cuando sacamos “Rojo” algunos decían que había cambiado de estilo, pero en realidad era lo que siempre me había gustado. Se sentía más fresco, con un sonido diferente, pero lo que tuvo mucho peso fue el mensaje claro.

¿Qué cosas extrañás de aquellos primeros años con la banda y que hoy, con el paso del tiempo, es casi imposible que las repitieras? ¿Y de qué cosas te arrepentís haber hecho, musicalmente hablando?
Generalmente no extraño nada del pasado. Por como vivo la vida, siempre miro hacia el frente, viendo lo que Dios está haciendo y lo que está por hacer. Lo mismo me sucede con la música; uno siempre se arriesga a que algo no pueda salir como quiere. De hecho nos ha pasado con canciones que pensamos que están buenísimas, pero no conectaron como queríamos, y otras que nos han sorprendido por cómo llegaron a la gente que nos escucha.  

En las giras de Rojo, solías andar en familia. Uno recuerda al pequeño Angelo corriendo en los pasillos de los hoteles en medio de algún tour, y hoy, el mismo Angelo lidera su propia banda, junto a sus hermanos, continuando el legado. ¿Qué sensación atraviesa tu interior cuando ves esa película en cámara rápida?
¡Wow! Demasiado agradecimiento con Dios. Una de las cosas que mi esposa me dijo antes de comenzar todo esto fue: “No nos vamos a ganar todo el mundo y perder a nuestros hijos, así que ellos viajarán con nosotros siempre”. Así que dije: “Sí, señora”, y fue así que mis hijos siempre anduvieron con nosotros. En verdad, no sabía si mis hijos iban a hacer música pero yo les decía muy seguido que el llamado se los va a dar el Señor, no nosotros. Solo porque nosotros hacemos esto no significa que ustedes harán lo mismo. Era parte de nuestros consejos y los poníamos a hacer muchas cosas en el servicio en la iglesia. Y ver ahora cómo Dios los está despertando y dándoles canciones para hablarles a su generación, nos pone felices. De hecho, acabo de llegar del aeropuerto, los llevé porque volaron a Colorado para tocar allí.

Las comparaciones generacionales suelen ser desatinadas, ya que hoy el artista puede disfrutar de ciertos avances tecnológicos que hace 25 años ni siquiera soñaban. Pero, ¿qué cosas no cambiarías de aquellos tiempos donde la música era más artesanal? ¿Qué aspectos de estos avances considerás que en vez de hacer avanzar la música, la hicieron retroceder o, cuanto menos, estancar?
Creo que cada generación tuvo la oportunidad de usar la tecnología del momento. Y la tecnología puede ayudar o dañar. Para algunos tener el teléfono les ha dañado en ser más relacionales y para otros les ha ayudado a comunicarse con gente de lejos. La tecnología puede servir para bien o para mal. No cambiaría nada, creo que hay que usar la tecnología, pero lo que sí haría es instar a los músicos a que se junten a crear, a componer música. Es muy poderoso cuando te juntas con otros a crear algo, porque vas descubriendo cosas, sonidos, arreglos y eso ayuda mucho a mantener esa humanidad y ese sabor único que puede traer el hecho de componer. Es muy extraño que hoy día no haya grabaciones suenen bien, hay más de lo mismo, se hace difícil distinguir a unos de otros. El área musical creo que tiende a convertirse en una fórmula, por eso insisto en que es muy bueno juntarse para crear.

"Creo que cuando quitas los ojos de Jesús y los pones en tu carrera o tu siguiente álbum o plan de redes, eso es lo que se va a convertir en el centro de tu adoración. Si eso ocurre, si eso es el motor, vas a terminar en un lugar muy torcido".

Luego de tantos años sirviendo a Dios con la música, sos como una palabra autorizada para hacerte ciertas consultas. ¿Acuden a vos los músicos jóvenes para pedirte consejos sobre qué hacer y qué no hacer en sus carreras artísticas? ¿Creés que sos referenciado por las nuevas generaciones o pasaste a ser un dinosaurio de la música?
Fíjate que luego de hacer esta entrevista tendré una llamada con un chico de 20 años que me quería consultar algunas cosas. Me encanta hacerlo, aportar para otros. Nunca lo pensé desde mi vida, mi ministerio, mi llamado, sino que siempre supe que se trataba de Jesús y de su Reino, su iglesia. 
Hace unos años yo no sabía que había tenido cierta influencia en músicos, no tenía idea. Y fuimos a un NAM Show, que es una convención de empresas de música que se hace cada año en Los Ángeles. Éramos el stand más ocupado del pasillo donde estábamos, y algunos se acercaban a agradecer por la música de Rojo y hasta me decían que tocaban el bajo por mí. Fue la primera vez que experimenté eso en mi vida. Y fue una sorpresa para mí, el hecho de haber inspirado a otros músicos.

¿Con qué peligros pensás que el artista cristiano está más propenso a tropezar actualmente? ¿Y por qué?
Los mismos que cualquier persona. Los deseos de la carne, de los ojos, la vanidad de la vida… eso viene del mundo. Y a veces el problema es que queremos caerle bien al mundo, y nosotros como músicos también. Creo que cuando quitas los ojos de Jesús y los pones en tu carrera o tu siguiente álbum o plan de redes, eso es lo que se va a convertir en el centro de tu adoración. Si eso ocurre, si eso es el motor, vas a terminar en un lugar muy torcido. Lo hemos visto por años y no solo pasa en los músicos, puede pasar en cualquier área. Yo creo que la clave para contrarrestar esto son dos cosas. Primero, despojarnos de nosotros mismos, de nuestros sueños y deseos, irnos para el lado de Jesús, tomar pasos a lo que él nos diga, arriesgarnos y atrevernos a lo que él nos marque. Si no estaremos andando por caminos muy peligrosos. Y por otro lado, servir con tu familia en tu iglesia local. Es un ámbito super vital porque te tiene enfocado en lo que Dios está haciendo. Aprendes a trabajar con gente diferente a ti.

"Yo pensé que si podíamos lograr estar en lugares con nuestra música y llevar esta pasión a otros lados durante 6 o 7 años, sería increíble. Diez años era como ponerle mucha fe, pero llegar a 25 años, nunca lo pensamos".

La música litúrgica también fue parte de la historia de Rojo en todos estos años, y recientemente pudimos ver que se lanzó "Declaro el nombre de Jesús" en una versión bien identificable con el estilo de la banda. La salida de esta canción, ¿es un hecho aislado? ¿Es un festejo por los 25 años? ¿O el preludio de lo que muchos anhelan, que es el regreso de la banda a los escenarios?
Es un regreso que sentimos muy impulsados por Dios. Estamos cumpliendo 25 años como banda y queremos lanzar un buen grupo de canciones que ya tenemos casi terminadas. Esta es la primera canción de un álbum que se viene. También estamos viajando a varios lugares llevando el tour “Rojo 25 Años” y muy emocionados de lo que Dios nos permite hacer en este tiempo. 

Por último, si tuvieras que escribir un libro con la historia de la banda, ¿qué título le pondrías?
¡¡¡Tendría que preguntarte a ti una sugerencia!!! (risas). Sería algo así como “Su gracia, nuestra historia”. Partir sobre esa premisa, definitivamente.