Se fue otro prócer, Miguel Szuka, el “pastor rockero”. Una de las leyendas vivientes del rock, y no por ser músico, precisamente. Miguel fue uno de los baluartes en lo que respecta a la evangelización de la juventud en la década de los ´80 en la Argentina. Con su estilo singular (traje, corbata y una gorra de béisbol), solía subirse al escenario donde minutos antes se había producido un desparramo de rock.
“El Arca de Jesús”, mítico boliche ubicado en la zona oeste del Gran Buenos Aires, fue el lugar que fundó para captar a la mayor cantidad de jóvenes y adolescentes que caminaban sin rumbo fijo por la vieja Avenida Rivadavia, en busca de alguna emoción pasajera.
Miguel fue actor principal de varias epopeyas evangelísticas que se sucedieron en La Matanza, mayormente, y también en otras localidades del conurbano bonaerense. La incipiente movida rockera cristiana de aquél entonces, lo tenía siempre entre los presentes.
Y la radio tampoco le era ajena. Su programa “Rock & Fe” (mismo nombre de su ministerio), fue emblemático ya que allí se podía escuchar los estrenos de canciones de muchas bandas extranjeras cuyos casetes llegaban al país con meses de demora tras sus lanzamientos en los Estados Unidos. Y cómo olvidar, además, sus célebres participaciones en la vieja Rock and Pop, orando y hablando de Jesús en medio del barullo que se producía en los estudios de la radio o su inusitada campaña evangelística nada menos que en el boliche Cemento.
Ese era Miguel Szuka, un tipo que supo hacer de lo “vil y menospreciado del mundo”, un instrumento para llevar salvación a miles.
En este recordatorio, transcribimos un fragmento del libro “El rock y el pop en la Iglesia” (Damián Sileo, 2016), que destaca su trabajo.
«En Radio Filadelfia se puede hacer referencia a los programas conducidos por Miguel Szuka, apodado el “Pastor rockero”, por su incansable trabajo en medio de la juventud, especialmente en las zonas de Ciudadela y Ramos Mejía. Allí funcionaba El Arca de Jesús, una alternativa para aquellos que no disponían de un peso para la entrada a cualquier discoteca convencional. El ingreso al Arca los hacía encontrar con el mismo ruido y la misma música, pero con un mensaje diferente, luego reforzado con las palabras de Szuka. Muchos jóvenes (hoy no tan jóvenes) de las iglesias evangélicas comenzaron a transitar el camino cristiano a partir de allí. En el Arca eran frecuentes bandas como Simiente, Tommy y la banda de Jesús o Espada Desnuda.
Una de las últimas movidas que organizó el pastor rockero fue en San Justo, en el entonces boliche bailable Skylab. Aún con la resistencia de muchas iglesias, Szuka se animó y llevó adelante una de las más grandes cruzadas rockeras de fines de los ’80. Tommy y su banda fueron el epicentro musical, pero la predicación del Evangelio fue el centro de la memorable noche en que cientos de chicos llegaron a hacer cuadras de colas para ingresar al recinto.
Todavía se puede recordar con nostalgia las palabras de Miguel Szuka en una de sus últimas transmisiones por la radio, donde, con dolor, hablaba sobre la resistencia sufrida desde los sectores que debieran apoyarlo, pero rescatando a quienes justamente entendieron su trabajo en pro de la evangelización de la juventud utilizando el rock como medio.»
Del libro El Rock y el Pop en la Iglesia (página 59).